Argentina empieza a crear su propio banco de datos genéticos

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El 18 de julio del 2021, informamos que el CONICET planeaba crear un banco de datos genéticos de la población Argentina con información demográfica y medica. Ahora, empieza a hacerse realidad: La Argentina empezó a crear su propio banco de datos genéticos a gran escala. Se trata del programa PoblAr, que generará un biobanco del genoma completo de unos 1800 voluntarios y cruzarán esa información con datos de estilo de vida, de alimentación, sociales, del fenotipo de las personas, y enfermedades propias y de sus familiares. El Programa de Referencia y Biobanco Genómico de la Población Argentina (PoblAr), está encarando una campaña federal de muestreo genómico y de datos asociados de alrededor de 1.800 voluntarios y voluntarias distribuidos en el país. Así, se buscarpa contar con un banco de datos genéticos de la población argentina, que también recopilará información sobre hábitos alimentarios, de estilo de vida y características fenotípicas y sociales de interés biomédico sobre la población local. Muchos países cuentan con este tipo de repositorios genómicos, pero dadas las exigencias técnicas y económicas de estos relevamientos, generalmente se trata de los países de mayor desarrollo y en los que los datos genéticos provienen de poblaciones anglosajonas o mediterráneas, y hay muy poca información de culturas originarias de América. PoblAr aportará datos clave para indicadores de salud (enfermedades comunes, enfermedades poco frecuentes o raras) y la toma de decisiones en materia de prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades en función de las características de la población local. Este tipo de bancos sirven, por ejemplo, para encontrar predisposición genética de las población a ciertas enfermedades y mejorar las políticas de prevención. En las entrevistas que se hacen a los voluntarios del PoblAr también se les pregunta si sus abuelos hablaban otro idioma además del español, como forma indirecta de conocer si pertenecían a algún pueblo originario. Estudios sobre el genóma en América Latina han descubierto que las poblaciones amazónicas desarrollaron una resistencia a la enfermedad de chagas y por eso se enferman menos a pesar de convivir con la vinchuca. Se espera que PoblAr pueda encontrar asociaciones similares en otras enfermedades. En la Argentina ya existía el Banco Nacional de Datos Genéticos  (BNDG), donde voluntarios que dudan de su identidad por el terrorismo de Estado durante la última dictadura militar pueden entregar una muestra para conocer si están siendo buscados por familiares de desaparecidos. “En el caso del Índice de Abuelidad del BNDG se toman solo algunos pocos marcadores que son necesarios para establecer el vínculo. Aquí hacemos un estudio más exhaustivo del genoma de las personas y no se cruzará la información de ambos bancos”, dijo Rolando González-José, doctor en Biología, director del CENPAT y coordinador del PoblAr.
Diego Hurtado, titular de la Secretaría de Planeamiento y Políticas del MINCYT, junto con Rolando González-José. Foto: MINCYT.
De todas formas, hay estudios preliminares en el PoblAr que servirán para ver qué marcadores habría que tomar para realizar un índice de bisabuelidad, ya que el tiempo se está llevando la vida de algunas abuelas y sus nietos, por lo que habría que reconocer los vínculos genéticos que unen a cuatro generaciones. El programa cuenta con financiamiento propio de la Secretaría de Planeamiento y Políticas del MINCYT ypara iniciar las pruebas es necesario que los comités de bioética de cada provincia lo aprueben. Ya se cuenta con el visto bueno de los comités de la provincia de Buenos Aires y de Misiones, por lo que las pruebas están empezando allí. Las pruebas hoy no se van a hacer en todas las provincias pero es posible que el futuro se sumen más voluntarios de diferentes zonas. Los registros serán anonimizados, es decir, que se guardarán en lugares distintos los datos personales de cada voluntario, como su nombre, y los datos del genóma, ya que solo interesa tener la información general para hacer el mapa genómico nacional, y no los datos individuales de cada persona. Además, representaría un riesgo a la privacidad de los voluntarios. “Con la Fundación Sadosky desarrollamos un software para proteger la información y para que sea accesible por los investigadores que la puedan necesitar”, explicó González-José. La secuenciación del genoma se hará en el ANLIS Malbrán, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, por lo que fue necesario que el programa tenga un carácter biministerial. Además, contó con la aprobación del COFECYT y el COFESA, los organismos federales de ciencia y de salud con representantes de estos ministerios de cada provincia. Ya hay 34 muestras que se están analizando en ese instituto y llegarán muchas más cuando se completen las aprobaciones de los comités de bioética de los demás nodos del país. De momento, habrá nodos en provincia de Buenos Aires, CABA, Misiones, Chubut, Córdoba y Salta, aunque esperan que en el futuro puedan sumarse más. El ANLIS Malbrán podrá analizar unas 300 muestras por año, con capacidades de equipamiento de última generación para análisis de ADN adquiridas durante la pandemia para hacer la secuenciación de las variantes de COVID. El análisis requiere una muestra de sangre similar a la de cualquier análisis de rutina y una entrevista de unos 40 minutos que incluye hábitos alimenticios y estilo de vida, enfermedades propias y del grupo familiar, entre otras.

Matías Alonso

La saga de la Argentina nuclear – LI

Los anteriores capítulos de la saga estan aqui EL GRAN COMUNICADOR NOS PINCHA EL SALVAVIDAS reagan El Gran Comunicador Ronald Reagan y su gabinete, todos en actitud natural.  Tras la Guerra de Malvinas, un alto oficial de la Marina de los Estados Unidos con una “papa” irremediable de páncreas, en su agonía le pidió perdón a su oncólogo y amigo: había debido pasarle a la Royal Navy la posición del ARA Belgrano, posteriormente torpedeado y hundido por el submarino HMS Conqueror. La historia viene a cuento. Tras otro torpedeo seguido de hundimiento, el de CIFRA, nave insignia de la electrónica argentina, perpetrado sucesivamente por Celestino Rodrigo al destruir el mercado interno y luego por José Martínez de Hoz al abrir las aduanas, el presidente Ronald Reagan también nos hundió también la balsa salvavidas: Brasil. En 1986, los primos brasucas nos habían remplazado como potencia informática regional. Su país era el 6° mercado mundial de hardware y software. Con no poca envidia, uno veía computadoras brasileñas en todos los aeropuertos de los primos, pero también en las oficinas públicas y las empresas privadas. Era bastante impresionante. Y era un poquito esperanzador: fogoneados por el Secretario de Ciencia de la Argentina y las cámaras empresarias paulistas y paranaenses, los vecinos se habían asociado a nosotros en la ESLAI, la Escuela Latinoamericana de Informática. Les interesaban nuestros recursos humanos y nuestra capacidad de reproducirlos. Perdidas nuestras industrias electrónicas, capaz que con la ESLAI al menos salvábamos eso, los cerebros y la fábrica de los cerebros en informática. Podía ser un huevo desde el cual resucitar. En medio del auge informático brasileño, el 15 de agosto de 1986, según información ya desclasificada por EEUU, Ronald Reagan reunió su gabinete para encarar un próximo “encuentro cumbre” con su contraparte brasileña, Jose Sarney. Esta reunión terminó con toda esperanza de un Mercosur Informático. Trato de resumirla: William Casey, el director de la CIA, tildó al nuevo presidente brasileño de izquierdista, un crítico de la política de EEUU hacia Cuba y hacia Angola, opuesto además al régimen racista de Pretoria (pilar militar yanqui en África), y de yapa renuente a aplicar los programas de ajuste del Fondo Monetario Internacional. El espía en jefe de la CIA también acusó a Sarney de estar desarrollando vínculos comerciales con la URSS y de proponer una “Zona de Paz en el Atlántico Sur”, es decir, la exclusión de la 4° Flota de la Armada estadounidense en el área. Sarney incluso acababa de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba. El Vicesecretario de Estado, John Whitehead, abundó con que Brasil generaba centenares de asuntos irritantes en lo económico: estaba armando lío en la última ronda de los acuerdos de tarifas GATT, ignoraba abiertamente a los acreedores del Club de París y copiaba sin pagar patentes farmacológicas estadounidenses… El almirante John Pointdexter, consejero de seguridad de la Casa Blanca, sopesó la seriedad del caso: Brasil, dijo, aunque el estadounidense de a pie no tiene la más peregrina idea de ese país, ocupa la mitad de Sudamérica, ya era la 8° economía del mundo por tamaño, y su PBI registraba un crecimiento del 8% anual, entonces el mayor del planeta (sí, más alto que el de China entonces). Whitehead dejó caer que con semejante rampa de crecimiento a Brasil le sobraba dinero y que no tenía que pedirle nada al FMI, lo cual era (sic) un verdadero problema. El Secretario de Defensa, Caspar Weinberger, opinó que los brasileños fabricaban muy buen armamento y se lo vendían a cualquiera, incluyendo países a los que EEUU había decretado el boicot en materia de armas. Y además, que los brasileños seguían negándose a firmar el TNP, o Tratado de No Proliferación de armas nucleares. Y que podían tener algún proyecto “non sancto” a este respecto. Entrando en materia informática, el attaché comercial Clayton Yeutter le explicó a su presidente que los brasileños creían –erróneamente- poder competir con los EEUU y Japón. Dejó claro que la “reserva de mercado” con que Brasil amparaba su desarrollo en TICs le estaba costando a los exportadores estadounidenses hasta U$ 1000 millones/año (hoy serían U$ 2800 millones) en lucro cesante. En su opinión, se podrían quebrar tales barreras aduaneras gravando en represalia las exportaciones agroindustriales y las manufacturas brasileñas a EEUU. Sólo había que aplicarles el artículo 301. Añadió Yeutter que la cancillería brasileña le había advertido que eso significaría una crisis, y la posibilidad de que Sarney levantara unilateralmente su reunión con Reagan. Todo era posible. Los brasileños tenían la pelota, y debían contestar en 10 días. Fiel a la imagen que dejó de sí mismo, Reagan no tenía idea de nada de lo dicho, ni siquiera de que Brasil a la sazón tuviera 130 millones de habitantes. Pero estaba interesado en saber si el exdictador militar Joao Baptista Figueiredo seguía vivo, y en ese caso, si se llevaba bien con Sarney. No, no se llevaban, le contestaron. Impertérrito, el Gran Comunicador confesó a su gabinete que Figueiredo le había regalado un caballo de salto fantástico, cruza de pura sangre y de Hannaford alemán, capaz de salvar vallas de 6 pies y 9 pulgadas. Y siguió dando detalles del caballo. Yeutter y los demás presentes esperaron un buen rato a que Reagan terminara sus apreciaciones equinas. Luego remataron los detalles prácticos del “meeting” Reagan-Sarney y de cómo manejar su comunicación a los medios, y también echaron pestes de la prensa yanqui, siempre crítica. Los curiosos pueden leer aquel documento desclasificado aquí: Luego sucedió un encuentro muy libreteado entre Reagan y Sarney, sin sobresaltos, el 9 de septiembre de 1986. Sin embargo, el 13 de noviembre, El Gran Comunicador anunció sorpresivamente unas tasas mortíferas sobre U$ 107 millones de exportaciones brasileñas de frutas, jugos, cueros, calzado, carnes e incluso aviones de Embraer. Por circuitos más oficiosos, Yeutter le hizo saber a Sarney que del total de compras yanquis a Brasil que se caían, sumando otros ítems, en realidad era de U$ 700 millones (equivalentes a U$ 1915 millones de hoy). Las cámaras industriales de Sao Paulo enloquecieron. El New York Times explicó que la ofensa principal brasileña había sido su renuencia a importar el sistema DOS de Mycrosoft “por tener sistemas operativos propios superiores”. Habida cuenta de cómo funcionaba el DOS, era imposible que los primos mintieran. Pero el presidente Sarney reculó en chancletas y cambió la ley informática de 1984, dando fin a un despegue industrial rampante de 8 años. Ahí fue cuando tras habernos torpedeado el barco, los EEUU nos pincharon la balsa. Hoy Brasil en informática es la sombra de lo que fue, un importador neto. El hardware y el software no figuran en absoluto en los 15 primeros renglones de exportaciones brasucas de valor, aunque sí los aviones (puesto # 10) y los motores tipo turbojet (puesto #15). Es sorprendente la autoridad de Bill Gates en estas tierras. El asunto es que la informática es una industria pintada para un país con buenos recursos humanos y ni un mango para invertir en fierros, como la Argentina. Ninguna otra industria saca tantos conejos de tan módica galera como ésta. Para hacer software exportable casi toda la inversión es en personas y sueldos: un equipo de diseñadores, otro de testeadores para eliminar «bugs», y un tercero para terminar de exterminarlos cuando el programa sale al mercado y aparecen los problemas escondidos. Es un proceso parecido al de la creación de un antibiótico o una vacuna, pero sin gastos de planta farmoquímica o biotecnológica, ni de estudios carísimos de fase para el licenciamiento. No estás condenado al éxito pero si sos bueno en informática, exportás y cobrás a lo grande.  La ESLAI funcionó entre 1986 y 1990 en el casco de la vieja estancia que sorprende a los visitantes del bosque remanente del Parque Pereyra Iraola, a 40 km. de Baires y a 10 de La Plata. Copió, no sin mucha discusión previa (las universidades argentas y brasucas estaban llenas de antinucleares) el modelo de funcionamiento del Instituto Balseiro de la CNEA: becas que cubrían alojamiento en el sitio, comida y un estipendio de viajes y salidas, inmersión total en el estudio, y unos exámenes de ingreso tan bravos que sólo los pasaba el 15% de los aspirantes. La carrera de especialización duraba unos dos años, el cuerpo de profesores era binacional, como el alumnado, pero además había profesores visitantes de las universidades e industrias informáticas de Francia e Italia. El alumnado nunca excedió las 60 personas, y aunque la exigencia era demoledora, a fuerza de dedicación exclusiva y motivación económica lograba egresar el 90%. Y a casi todos esos les fue BIEN. Los exalumnos y exprofesores hoy son todos canosos y tienen impresionantes trayectorias en las empresas privadas y reparticiones públicas informáticas de Brasil y de Argentina. Es difícil leer sus recuerdos de la ESLAI sin recordar que el Balseiro fue cuna de las industrias tecnológicas más diversas de nuestro país, nucleares, espaciales, petroleras y sigue la lista. Copio el testimonio del Dr. Hugo Scolnik, profesor invitado de la ESLAI, nuestro mayor criptógrafo, y jefe de seguridad informática del mayor data center de la Argentina: el de la empresa estatal de telecomunicaciones ARSAT. «Comenzando porque el modelo que tomó,  discutido en su momento, fue el del Instituto Balseiro. Las clases eran intensivas, los alumnos tenían alojamiento permanente en un ambiente muy tranquilo y se generaban vínculos de amistad muy buenos. Tuvo la contribución de docentes de Argentina y del exterior, que estuvieron presentes trayendo ideas muy interesantes sobre la enseñanza de la informática. Un ejemplo de esas ideas fue diseñar los algoritmos en pseudocódigo y después había ficheros donde tenías en cuenta si ese pseudocódigo lo querías implementar en C, Fortran, Pascal o lo que fuese, tenías una ficha que te decía cómo hacerlo. A la gente se le abrió bastante la cabeza con este tipo de propuestas para no estar tan dependientes de un determinado lenguaje y encontrar un modo más general de resolver los problemas. En definitiva, de la ESLAI fueron surgiendo algunas personas que después tuvieron muchísima influencia en la enseñanza de la computación o en la creación de empresas de software». Scolnik dixit. En otras palabras, eso era una jabonería de Vieytes, un multiplicador de divergentes bien formados e informados, la clase de gente que puede estorbar ventas cuando llega a áreas de gobierno o a la dirección de grandes empresas, un granito de arena en el ojo de cierta firma estadounidense que ya venía monopolizando el mercado mundial de PCs con productos berretas pero caros. Fue arribar Carlos Menem a la presidencia y el Dr. Raúl Matera a la Secretaría de Ciencia y Técnica, y ambos cerraron la ESLAI en octubre de 1990. Es notable la urgencia con que procedieron, a apenas 9 meses de sus nombramientos. Debían estar muy motivados. Una historia de ESLAI contada por la UBA, aquí. No alcanza con una masa crítica de expertos para fundar una industria innovadora. Tiene que haber una voluntad estatal de sostenerla y defenderla, y eso tal vez (sin garantías) haga que pinte capital privado y se juegue por ella. La ESLAI suministró expertos, sin llegar a una masa crítica, pero le tocaron malos tiempos tanto para la electrónica brasuca, trascartón del exterminio de la nuestra a cargo del Doctor Joe. Si alguien cree que insinúo que un país que deja la tecnología nuclear, la aeroespacial, la electrónica, la informática y las biociencias en manos extranjeras tiene toda la vocación de evaporarse como estado-nación, la respuesta es: “Sí”. Somos prueba semiplena. Sin embargo, para volver al carozo atómico de esta saga, conviene recordar por qué nos negábamos a firmar el TNP, y hasta teníamos un acuerdo tácito con Brasil para que ninguno de ambos países lo hiciera. Pero nunca fuimos proliferadores nucleares, pese a que en 1967 el propio presidente militar brasileño Artur da Costa e Silva literalmente nos empujaba a ello. Da Costa e Silva no pudo embretarnos en una carrera de armas porque teníamos la pelota nuclear tan dominada en materia de tecnologías civiles, que podíamos darnos el lujo de ignorarlo. Pudo pasar lo mismo con la electrónica, durante la increíble pero breve aristía de CIFRA, y luego pudimos habernos montado gracias a la ESLAI sobre el impresionante momento de gloria de la informática brasileña. Pero nos bolearon ese segundo caballo también. Y lo hicieron siempre y desde adentro los garcas propios, no los ajenos. Y todavía cantamos: en 2021 el software se consolidó como tercer rubro exportador, con U$ 6442, un 7,4% de las ventas (declaradas) del país. Hay 455.000 puestos de trabajo, más o menos el 7,4% del empleo privado nacional. Servicios informáticos sumó 129.000 empleos. Y eso pese a que el cuentapropismo (los pibes que trabajan en negro y cobran en el exterior) le resta U$ 1800 millones a las cuentas. No es brillante, dábamos para mucho más. Y sin embargo, qué resiliencia… Ésta no es una saga tanguera. Llama a resucitar industrias que, mientras en la Argentina sigan existiendo la educación pública en ciencia y tecnología, todavía son posibles. Los recursos humanos son la base necesaria, nos dice el sentido común. Necesaria pero no suficiente, nos dice la historia.  

 

EE.UU., Gran Bretaña y Australia lanzan un acuerdo de submarinos nucleares

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PEKIN.– El anuncio el lunes de un acuerdo sobre submarinos de propulsión nuclear entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia hizo saltar las alarmas en China, que advirtió este martes que los tres países transitan por una “vía errónea y peligrosa”.

Con la idea de contrarrestar el peso de China en la región Asia-Pacífico, Washington, Londres y Canberra lanzaron el lunes su alianza Aukus –anunciada hace 18 meses y cuyo nombre es el acrónimo inglés de las tres naciones– para construir una nueva generación de submarinos nucleares, tras la compra prevista por Australia de varios aparatos importados.

“La última declaración conjunta de Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia demuestra que los tres países transitan más y más por una vía errónea y peligrosa, pensando en sus propios intereses y menospreciando la preocupación de la comunidad internacional”, declaró el portavoz diplomático chino, Wang Wenbin.

Pekín ya había instado a los tres países, antes del anuncio del lunes, “a abandonar la mentalidad de la Guerra Fría y los juegos de suma cero”.

Rusia, que quiere fortalecer sus vínculos con China, también acusó a las potencias occidentales de fomentar “largos años de confrontación” en la región Asia-Pacífico.

“El mundo anglosajón construye estructuras de bloque como Aukus, avanzando la infraestructura de la OTAN en Asia, y apostando seriamente a largos años de confrontación”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov.

Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) advirtió que debe “vigilar que ningún riesgo de proliferación emane de este proyecto”, en palabras de su director general, Rafael Mariano Grossi. “Las obligaciones legales de las partes y las posiciones de no proliferación son primordiales”, insistió.

El primer ministro británico, Rishi Sunak, el presidente estadounidense, Joe Biden, y el primer ministro de Australia, Anthony Albanese, reunidos en la base naval de Point Loma, en San Diego, el lunes 13 de marzo de 2023, en el marco de Aukus, un pacto trilateral de seguridad.
El primer ministro británico, Rishi Sunak, el presidente estadounidense, Joe Biden, y el primer ministro de Australia, Anthony Albanese, reunidos en la base naval de Point Loma, en San Diego, el lunes 13 de marzo de 2023, en el marco de Aukus, un pacto trilateral de seguridad.JIM WATSON – AFP
 

El lunes, el presidente estadounidense, Joe Biden, junto a los primeros ministros de Australia y Gran Bretaña, Anthony Albanese y Rishi Sunak, anunció desde la base naval de San Diego una cooperación “sin precedentes”.

“Nos situamos en la mejor posición para hacer frente juntos a los retos de hoy y de mañana”, dijo el mandatario. Estados Unidos no puede tener “mejores amigos”, agregó.

“Sin armas nucleares”

Ninguno de los tres gobernantes mencionó explícitamente a China, pero Biden afirmó que Aukus aseguraría que la zona Asia-Pacífico “siga libre y abierta”, una fórmula que apunta la voluntad de contrarrestar la influencia china en la región.

Albanese dijo que se trata de “la mayor inversión individual en la capacidad de defensa de Australia en toda nuestra historia”, y destacó que los tres países están “unidos, por encima de todo, por un mundo (…) donde la paz y la estabilidad y seguridad garanticen mayor prosperidad”.

El gobierno australiano estima que el proyecto, de varias décadas, costará unos 40.000 millones de dólares en los primeros 10 años, y creará alrededor de 20.000 empleos.

Australia es, después del Reino Unido, el segundo país que tiene acceso a la tecnología nuclear secreta estadounidense, insistió Albanese.

Sunak también insistió en los esfuerzos para aumentar el presupuesto de defensa del Reino Unido, que se compromete en “el acuerdo de defensa multilateral más importante desde hace generaciones”.

El primer ministro británico Rishi Sunak durante su visita a San Diego, el lunes 13 de marzo de 2023.
El primer ministro británico Rishi Sunak durante su visita a San Diego, el lunes 13 de marzo de 2023.Stefan Rousseau – Pool PA
 

El programa de submarinos de ataque, que busca adaptar la presencia militar occidental en el Pacífico, se desarrollará en tres etapas, detalló la Casa Blanca.

Y se basará en un principio “crucial”, reiteró Biden: “Estos submarinos serán de propulsión nuclear, pero no llevarán armas nucleares”, para respetar el principio de no proliferación.

Primero habrá una fase de familiarización de Australia, que no tiene submarinos de propulsión nuclear ni tecnología nuclear. Sus marinos, ingenieros y técnicos recibirán formación por parte del personal estadounidense y británico.

Nueva generación de submarinos

El objetivo es desplegar, a partir de 2027 y de forma rotativa, cuatro submarinos estadounidenses y un submarino británico en la base australiana de Perth (en la costa Oeste).

En un segundo tiempo, Australia comprará tres submarinos estadounidenses de clase Virginia de propulsión nuclear, con opción a otros dos. Tienen que ser entregados a partir de 2030.

En la tercera etapa, la más ambiciosa, Estados Unidos, Australia y el Reino Unido se asociarán para una nueva generación de submarinos de ataque llamada SSN Aukus.

En esta imagen proporcionada por la Marina de Estados Unidos, el submarino de ataque rápido de clase Virginia USS Missouri (SSN 780) sale de la base conjunta de Pearl Harbor-Hickam para un despliegue programado en la zona de responsabilidad de la 7ma Flota, el 1 de septiembre de 2021.
En esta imagen proporcionada por la Marina de Estados Unidos, el submarino de ataque rápido de clase Virginia USS Missouri (SSN 780) sale de la base conjunta de Pearl Harbor-Hickam para un despliegue programado en la zona de responsabilidad de la 7ma Flota, el 1 de septiembre de 2021.
 

Estos nuevos aparatos, sobre la base de un diseño británico con tecnología estadounidense avanzada, se construirán y serán desplegados por el Reino Unido y Australia. Tienen que se entregados a partir de los años 2030, principios de 2040.

Australia deberá levantar de cero una industria nuclear de alta tecnología, subraya David Andrews, analista en estrategia militar en la Universidad Nacional Australiana.

“Existen riesgos en la forma de administrar el personal, construir líneas de producción, gestionar los suministros y el mantenimiento”, advierte.

Comentario de AgendAR:
En plan de romper pactos tácitos, EEUU y el Reino Unido (RU) acaban de hacer polvo uno bastante sagrado: la tecnología de motorización nuclear de submarinos no se transfiere. El que la tiene, dice ese tratado nunca escrito, es por desarrollo doméstico. Eso ha sido cierto para los 5 miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (EEUU, el RU, Francia, la URSS y Rusia) y además la India. Nadie más la tiene. Nadie más la tiene por ahora, porque a partir de la ruptura de este pacto, se abre una caja de Pandora geopolítica, y esas cajas rara vez aseguran la paz mundial. Así como EEUU y el RU habilitan a potencia nuclear a un tercero (Australia) que hasta 2021, como contendiente atómico, estaba pintado en la pared, ahora Rusia, China y la India pueden hacer su propio juego, y habilitar a nuevos terceros en la riña de gallos del Indo-Pacífico. Agarrate, Catalina. El principio de «no se venden motores nucleares» se mantuvo a rajatablas durante toda la Primera Guerra Fría, incluso en sus momentos más peligrosos. Esta ley tácita empezó en 1955, con la entrada en servicio del primer submarino nuclear de la historia, el USS Nautilus, pero se terminó hace muy poco, en Septiembre de 2021, con Australia habilitada a propulsión nuclear. Tal vez ese hito marque el arranque real de la Segunda Guerra Fría, más incluso que el Euromaidan ucraniano de 2014 o la invasión rusa de 2022. El asunto es que esto de Australia, además de poner de la nuca a China, deja un tendal de heridos dentro del llamado Occidente. EEUU, el RU y Australia al firmar el AUKUS rompieron contratos anteriores de compra firmados por Australia con Francia. Y qué contratos… El presidente Emmanuel Macron enloqueció. Francia retiró a sus embajadores en EEUU y el RU, y su ministro de Defensa dijo que aquello había sido «una puñalada por la espalda». La oposición a Macron habló de romper con la OTAN. La indignación de París todavía dura. Los medios citan seguido al difunto general Charles De Gaulle. «Le Grand Charles» detestó toda su vida de las dos potencias aliadas, aunque entre 1944 y 1945 liberaron a Francia de la ocupación nazi. Propulsada por el «faut se méfier des Anglos» de De Gaulle, Francia en los ’60 construyó su propia Force de Frappe (su arsenal nuclear, con submarinos misilísticos y todo) sin relación alguna con la OTAN para tener total libertad de iniciar una guerra nuclear con la URSS o China sin permiso de Washington o Londres. Con la movida de Australia, la OTAN se expande hacia el Indo-Pacífico pero se fractura un poco más en el Atlántico. Las rajaduras, de todos modos, eran viejas. La historia empieza en 2009, cuando Australia decidió ir dando de baja su nada vieja flota de submarinos diésel-eléctricos clase Collins. Son 6 Kockums suecos pero mayormente construidos en Perth, y con mayor desplazamiento y potencia, rediseñados para la defensa litoral de un país que lejos de operar en un mar de juguete, como el Báltico, tiene 18.000 km. de costas y mucha ruta comercial vulnerable. El Departamento de Defensa de Australia entonces aclaró que abrían la licitación para una flota de reemplazo de los Collins, pero que ésta no sería nuclear. Lo que no hacía falta aclarar: lo que sabe Australia de motores nucleares cabe en el reverso de una estampilla y sobra lugar. Pero además, ésta era una tecnología que nadie vendía a nadie a nadie, para no causar una bola de nieve de desastres diplomáticos. Eso cambió. En 2016, y tras remarla como titanes, los de la empresa estatal francesa Naval Group ganaron la licitación australiana y cerraron trato para la provisión de 12 submarinos de ataque franceses, clase Barracuda. Son naves bastante grandes y originalmente tienen motores nucleares. Francia, todavía respetuosa de las viejas usanzas sobre motorización nuclear, se comprometía a rediseñar sus Barracudas para recibir una propulsión diésel-eléctrica combinada con un sistema de potencia silencioso AIP (Air Independent Power). Éste añade al menos una semana extra en inmersión total profunda, más allá de profundidad de snórkel. Sin contacto alguno con la atmósfera, la unidad AIP garantiza a los tripulantes provisión (un tanto estrecha pero suficiente) de potencia motriz, oxígeno por hidrólisis y agua potable por desalinización. Esto añade una semana extra de invisibilidad a las tres que probablemente tiene un diésel-eléctrico del montón, pero sin AIP. El Barracuda reconvertido a diésel + AIP recibió otro nombre, según usos y costumbres: la clase Attack. El Attack equivale a un rediseño completo, aunque sea en dirección de prestaciones descendentes. Y esto es un trabajo de locos. No por nada, el precio original pactado se duplicó, informó Francia, ya con Australia habiendo abonado 2400 millones de dólares australianos a cambio de nada demasiado más sustancial que nuevos planos y planillas de cálculo. Un submarino con AIP es casi indetectable durante al menos un mes, lo que en guerra lo transforma en un peligro bastante ubicuo: puede estar lejos de su último punto de avistaje, o del avistaje de su snórkel. Pero ojo, eso es todo lo lejos que se va navegando a velocidad de patrulla, más o menos entre 6 y 8 nudos, porque hay que hacer durar la carga de baterías, la fuente de oxígeno líquido, y abstenerse todo lo posible del motor diésel y del snórkel, muy delatores. Y el primero no opera sin el segundo. Son acaso 1800 km. en cualquier dirección desde la última detección: no es poco, si hay que buscarte. Pero tampoco es que estés en las antípodas de la Tierra. En cambio un submarino nuclear, con capacidad de inmersión sólo limitada por la comida a bordo y bastante más de 30 nudos garantizados a profundidad de combate, desaparece de la superficie y en un mes le da la vuelta al mundo. En contrapartida, puede ser algo más ruidoso que un diésel-eléctrico, por las bombas de refrigeración del núcleo del motor nuclear.  Incluso así, ¿cuántos recursos tiene que movilizar el enemigo para localizar un blanco tan ubicuo? Un submarino nuclear, sea de ataque o un «boomer» armado de misiles balísticos de largo alcance, no es un arma defensiva. Está hecha para llevar la guerra a mares y tierras del enemigo. La venta de los Attack a Australia por 50.000 millones de dólares australianos (equivalentes a U$ 34.000 millones estadounidenses) fue considerada la operación del siglo. Con ese golpe Francia sacó del primer puesto mundial de ventas a Alemania, cuyos submarinos diésel-eléctricos Thyssenkrupp tipo 209 y 214 dominaron el mercado mundial durante décadas. Francia también mandó a cucha a un emergente duro, la sueca Kockums y a otro aspiracional, la española Navantia, que desde fines de siglo aspira a pisarle el poncho a los astilleros franceses. Y también le tiznó la cara a Japón, que ya tiene 3 clases sucesivas de submarinos diésel-eléctricos con baterías de litio y todavía no logra exportar ninguno. El litio es otro «game changer» naval. Las baterías con ese ión metálico tienen una densidad energética mucho mayor que las de plomo-sulfúrico, que ya cumplen 120 años en los submarinos de distintas armadas. Con baterías de litio, las naves japonesas resisten inmersiones de más de 3 semanas sin echar mano del diésel y el snórkel para recargarlas. Y tanto así que no llevan motor AIP adicional. El «offset» que ofrecieron los franceses para asegurarse la venta parece haber sido político: una mayor intervención de los astilleros submarinísticos de Perth en la construcción de las naves Attack, lo que aseguraba al menos dos décadas con alta contratación, altos sueldos y cero despidos en esa ciudad de la árida costa australiana occidental, Perth. Obviamente, cada puesto calificado en Perth sería uno menos en Toulon, sede de Naval Group, donde de todos modos se aseguraban 4000 puestos directos de trabajo y contratos para 200 firmas proveedoras calificadas. Esta empresa de Toulon la fundó el obispo Richelieu -efectivamente, sí, el de «Los Tres Mosqueteros»- en 1631 con el nombre de Diréction de Construction et Armes Navales, para construir galeones artillados y otros veleros de combate Luis XIII. Se trata de los astilleros más viejos del mundo, uno de los más calificados y diversificados en recursos humanos, y desde septiembre de 2021, uno en problemas. A fuerza de rediseños, Naval Group terminó recotizando la operación en 90.000 millones de dólares australianos, equivalentes a U$ 61.200 estadounidenses, para gran bronca de Canberra, la capital política de la isla-país-continente. No le resultó difícil a EEUU y el RU tumbar aquel acuerdo con Francia: por U$ 40.000 (un precio en el que no cree nadie) ofrecen potencia nuclear en lugar de térmica. Y esto da una capacidad bélica como sólo la tienen 6 potencias. Cuando el presidente Joe Biden jura que los tres Virginia y tal vez dos más que le venderá a Australia no tienen misiles nucleares, debería aclarar que al menos, no del tipo balístico. No habrá Tridents a bordo. Pero los Virginia pueden disparar en inmersión y horizontalmente misiles Tomahawk por las portas de torpedos, y las unidades nuevas tienen lanzamiento vertical de misiles antibuque Harpoon. Ambos tipos de arma son de vuelo subsónico rasante, y con distinto alcance. El más temible y pesado de ambos, el Tomahawk, puede llegar a 1800 km. del sitio de lanzamiento, lo que los habilita a atacar blancos terrestres muy alejados del mar, y cargar -entre varias opciones- una cabeza termonuclear W-80 de hasta 150 kilotones. En suma, que no es imaginable que el OIEA mande inspectores desde Viena para meter las narices en los submarinos vendidos a Australia y garantizar que no lleven bombas de hidrógeno. Cuando Inglaterra nos mandó la Task Force encima, llevaba bombas nucleares antisubmarinas por si las moscas, pero no pintó ningún inspector. Y es que en los términos del Tratado de No Proliferación (TNP), EEUU es garante del acuerdo, y como tal, es libre de todo control de armas que no emerja de otros tratados bilaterales de inspección y disminución de arsenales, como los SALT y START con la URSS y luego con Rusia. De modo que con el tratado AUKUS habrá que creer muy firmemente en la palabra de Joe Biden. Tal vez los chinos no lo hagan. Difiero del parecer de David  Andrews, el analista de defensa de la Universidad Nacional Australiana. Su país no parte de cero en construcción naval. Lo que sí parece evidente es que este pacto AUKUS tal vez la lleve a cero. No se puede tener todo, seguridad y además industria. Me explico. Por ahora, el país-isla sabe lo suyo de ingeniería de submarinos. Y es que desde que en la posguerra se volvió más país que colonia británica, y trató de no comprar «llave en mano». Su flota actual de submarinos diésel-eléctricos, los 6 clase Collins, se construyó mayormente en los mismos astilleros de Perth donde se pensaba ensamblar aquella nueva flota  Attack francesa. La base comercial era la misma: la tecnología es extranjera y se transfiere y paga, pero la construcción a partir del segundo sub empieza a ser cada vez más australiana y hay mucha capacitación de personal y de subcontratistas locales. Es interesante, para entender cómo cambió el mundo de la noche a la mañana, que en 2016 Australia estuviera relativamente cómoda con 6 de esos submarinos defensivos, capaces de evitar desembarcos y también de mantener despejadas las rutas comerciales de ese país. Australia no temía desembarcos: era el primer proveedor de carbón a China. Eso se terminó. Ahora la vecindad entre ambos países se ha vuelto mala, pero Australia va a tener tres naves clase Virginia con opción a dos más, todo bien «llave en mano». Recién después de esas cinco naves vendrán los submarinos nuevos clase AUKUS, que uno imagina como una evolución de los Virginia y los clase Astute británicos. Y entonces habrá construcción local… pero el año del arquero. Todo este «know how» de propulsión a Australia le caerá de arriba. No parece que los Aussies vayan a aprender a construir reactores PWR compactos, aunque sí seguramente a operarlos. ¿Les darán permiso para enriquecer uranio? Los motores estadounidenses e ingleses llevan enriquecido al 93%. Dan una potencia fabulosa, y el combustible dura 30 o 40 años, más o menos lo que la vida útil del casco y la electrónica. No hay recarga. El país es casi virgen en materia atómica. No ha tenido más que dos reactores nucleares: uno comprado a Inglaterra en los ’50 para fabricar radioisótopos, planta que en 2000 fue reemplazada por otra mejor y para el mismo fin: el OPAL, construido por la firma argentina INVAP.   Los australianos son usuarios eficientes (y mucho) de reactores de producción. Pero de ahí a tener motores y misiles nucleares que le permitirán atacar a cualquier país del mundo, salvo a los más mediterráneos, hay un trecho enorme, y los australianos lo acaban de cruzar de un salto diplomático. Toneladas de know-how muy recóndito les caerán de arriba. O quizás desde arriba, porque no parece que este tratado vaya a generar mucha ocupación en Perth, salvo la del mantenimiento de una flota inicialmente estadounidense, aunque lleve bandera local. La construcción en Australia, por ahora parece un puro y lejano «te la debo». Los Collins todavía seguirán toda esta década en servicio. Son animalitos de 77 metros y desplazan 3400 toneladas cuando sumergidos, lo que viene a ser 1000 toneladas más que nuestros TR-1700, como el ARA San Juan, que se hundió, y el ARA Santa Cruz, que no navega porque por causas que se ignoran sigue vigente una decisión del gobierno de Mauricio Macri de no completar su mantenimiento de media vida. ¿Defectos de los Collins? Uno inherente y otro creado. El inherente es que los 6 Collins, con 20 nudos, son un poco lentos, un problema con tanto mar y tanta ruta comercial a custodiar. El creado: nunca tuvieron suficientes tripulaciones, causa tal vez principal de su bajísima disponibilidad (algún año llegó a haber sólo dos en patrulla). Los australianos tienden a echarle la culpa a la tecnología sueca, pero el problema parecen ser ellos (dicen los suecos). Como sea, Australia acaba de ser metida de un empujón en una posible guerra por el control del Indo-Pacífico, y nada menos que como contendiente nuclear. No es que le hayan faltado guerras a ese país: se metió o lo metieron en casi todas las del siglo XX y continúan. Pero la última vez que en Australia explotó una bomba termonuclear fue en 1963, la séptima de una serie de tests ordenados desde 1957 por Su Graciosa Majestad en tierras de los Maralinga Tjarutia -a quienes nadie pidió permiso- dentro de un área prohibida de Woomera, Southern Australia. La zona quedó bastante contaminada y en 2014 se le pagó a los «aboriginals» una compensación de 13,5 millones de dólares (australianos). ¿Quién le pagará un dólar (americano) a Australia si llueven misiles chinos sobre Sydney? Daniel E. Arias

Otra vez proponen acortar las carreras universitarias

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AgendAR es consiente que existe una tradición enciclopédica en las carreras universitarias en Argentina. Y es cierto que en la mayoría de los país desarrollados existen títulos intermedios que habilitan al ejercicio profesional pero hay que tener presente que una universidad donde no se hace investigación original es solo un «enseñadero», en todo caso es prioritario elevar el nivel de la educación secundaria.

“Nosotros no tenemos profesionales que van a trabajar solo en la Argentina, y no estamos en un mercado en el que hay una persona que nació, estudió, vive y trabaja acá. Hoy muchas personas se van afuera y hacen que se produzca este diálogo”, cuenta Ignacio Tomé, director de Relaciones Institucionales de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Este diálogo” al que hace referencia plantea la posibilidad de disminuir la duración de las carreras de grado. De hecho, en los últimos dos años el Gobierno y las universidades, públicas y privadas, se reunieron con la intención de discutir este potencial cambio.

La discusión, que se enmarca en el mundo globalizado actual, tendría la intención de implementar un sistema de educación superior que se asemeje a los de Europa y América del Norte, donde las carreras suelen durar entre tres y cuatro años –lo que provee al estudiante un título de bachelor, equivalente a uno intermedio en la Argentina– y se complementan con posgrados.

Si bien las universidades argentinas se rigen por la Ley de Enseñanza Superior (N°24.521), para conocer la extensión de una carrera es necesario recurrir a la resolución ministerial N°6, que fija un piso de 2600 horas reloj de forma presencial a desarrollarse “en un mínimo de cuatro años académicos”. Pero en la aplicación los planes de estudio superan ese tiempo, lo que puede perjudicar a los estudiantes.

La UCA, una de las casas de estudios superiores que evalúa el acortamiento de las carreras
La UCA, una de las casas de estudios superiores que evalúa el acortamiento de las carrerasUCA
 

“Estudié diseño de indumentaria en la Universidad de Buenos Aires (UBA) durante muchos años –cuenta María Travi, de 36–. El Ciclo Básico Común (CBC) tiene dos materias extras: dibujo y proyectual, que son anuales”. Travi no terminó la carrera: cursó hasta la etapa final, la de tesis, que en esa facultad implica cursar un año, pero al desaprobar la primera parte, tuvo que esperar más de seis meses para anotarse de nuevo y decidió no hacerlo. “La carrera es muy buena, pero tiene mucha carga horaria. A veces hacía doble turno, y encima me quedaba noches enteras preparando las presentaciones de las materias. Ya para el final estaba muy cansada y bastante frustrada”, confiesa.

Debate

En los últimos años, el Ministerio de Educación puso el debate sobre la mesa, buscando soluciones acordes al mercado globalizado actual y a las nuevas tecnologías. LA NACION quiso contactarse con Jaime Perczyk, ministro del área, y le envió una serie de preguntas, pero no obtuvo respuestas.

“El tema fue debatido en oportunidades anteriores, se plantea desde los 90. Muchas carreras de grado del sector privado tienen una duración formal de cuatro años. En principio es deseable que la duración sea menor, teniendo en cuenta también la necesidad de cursar posgrados para alcanzar una formación avanzada”, explica Ana García de Fanelli, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el área de educación superior del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes).

La mención a los años 90 se refiere al Plan Bolonia, un acuerdo firmado entre varios países europeos que buscaban establecer parámetros comunes para el intercambio de alumnos y, a la vez, adaptarse al ritmo que exige el mercado laboral. “Se decidió acortar el grado a tres años y luego establecer dos años para las maestrías y los doctorados. En el tiempo en que un europeo recorre los tres niveles, en la Argentina solo se cumple con el de grado”, detalla Guillermina Tiramonti, investigadora del área de educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Además, agrega que el ritmo de cambio de los conocimientos exige trayectorias cortas y flexibles que se articulen entre sí, “muy diferentes a las que hoy ofrecen las universidades argentinas”.

La Universidad Tecnológica Nacional (UTN) es una de las instituciones nacionales que, si bien no llegó a implementar una extensión semejante a las extranjeras, pasó de un mínimo de seis años de cursada a cinco
La Universidad Tecnológica Nacional (UTN) es una de las instituciones nacionales que, si bien no llegó a implementar una extensión semejante a las extranjeras, pasó de un mínimo de seis años de cursada a cincoMarcelo Gómez
 

La Universidad Tecnológica Nacional (UTN) es una de las instituciones nacionales que, si bien no llegó a implementar una extensión semejante a las extranjeras, pasó de un mínimo de seis años de cursada a cinco. Guillermo Oliveto, el decano, cuenta que allí se cursan nueve carreras de ingeniería: “Tienen una duración nominal de cinco años (un año más que en algunas partes del mundo), pero antes duraban seis”. Remarca la “duración nominal” para oponerla a la realidad de varios alumnos que, pese al mínimo estipulado, demoran más tiempo en graduarse: “Tenemos un promedio general de duración de siete años. Para algunos puede durar más; para otros, menos”.

Resistencia al cambio

Aunque para muchos la disminución horaria es recomendable, la posibilidad no está exenta de resistencia. Julio Durand, secretario académico de la Universidad Austral, opina que “hay varios factores que influyen en esto. La sociedad argentina es conservadora y piensa que la reducción de las carreras implica bajar el nivel. Por otro lado, acá los títulos son habilitantes: alguien que se recibe está habilitado automáticamente por una serie de alcances; en otros países no es así”.

En el mismo sentido, Catalina Nosiglia, secretaria académica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explica que “en el caso de la Argentina, las universidades, además de otorgar el grado académico, habilitan para el ejercicio de la profesión, a diferencia de otras –en Europa o Estados Unidos–, en donde la habilitación profesional se obtiene en el posgrado o luego de rendir un examen específico. El título de bachelor de estos lugares no habilita el ejercicio de la profesión”.

Además, sobre la posibilidad de disminuir la carga horaria, Nosiglia sostiene que “la UBA tiene 13 facultades que ofrecen en su conjunto 107 carreras de pregrado y grado. Por lo tanto, en referencia a la duración de las carreras debe considerarse la diversidad de necesidades de formación de las distintas disciplinas”.

Al igual que para todas las universidades del país, esta también se encuadra en el mínimo que plantea la Ley de Educación Superior. Sin embargo, como en otras universidades, Nosiglia continúa explicando que ese mínimo se supera ampliamente. “Por ejemplo, en Ciencias Médicas el mínimo es de 5500 horas y en Odontología es de 4200″, explica. Es decir, a veces puede superarse el límite estipulado por más del doble de horas.

A esto deben adicionarse los estudios de posgrado: a los cinco o seis años que implica una carrera cursada en tiempo y forma, se les suma un mínimo de dos años más para maestrías o doctorados. “El trayecto formativo de nivel superior se alarga mucho, especialmente si tenemos en cuenta que una proporción alta de los y las estudiantes también trabajan y, por tanto, la duración real de las carreras suele ser un 50% mayor a la duración formal”, detalla García de Fanelli.

Títulos intermedios

Esto puede promover que los estudiantes abandonen las carreras antes de graduarse. Pero, dado que no es tarea sencilla plantear una disminución horaria manteniendo la calidad, una opción que aplican varias universidades es la emisión de títulos intermedios para acreditar saberes.

Esta modalidad busca tanto disminuir la deserción de los estudiantes, que pueden abandonar una carrera por priorizar un trabajo, como amoldar el sistema educativo al mercado laboral: en menos tiempo se podría acceder a una certificación que permita ingresar en ese mundo.

Respecto de la UBA, Nosiglia cuenta que la institución entrega títulos de pregrado dependientes, que surgen de la necesidad de reconocer un trayecto aprobado por el estudiante en el marco de una carrera de grado. “Más de diez carreras de grado cuentan con títulos intermedios que se obtienen al aprobar una cantidad de asignaturas establecidas por el plan de estudios”, agrega Nosiglia. Y comenta que desde 2019 se incorporó la entrega del título académico de bachiller universitario –como en Europa y Norteamérica– que implica una carga horaria mínima de 1600 horas y el reconocimiento de trayectos formativos de un área de la carrera.

Oliveto cuenta que en la UTN están, además, trabajando en “microcredenciales”, que si bien no implican un título, sí son capacitaciones para trabajar que permiten la obtención de habilidades en tramos cortos. “Eso por lo menos estimula, porque un joven que se para frente a una pizarra y ve la cantidad de materias que significa ser ingeniero muchas veces se puede desalentar”, opina el decano.

Durand, de la Austral, sostiene un punto de vista similar respecto de la necesidad de promover títulos intermedios para beneficiar a la población estudiantil: “Ya hay varias universidades que los tienen, pero el mercado todavía no reconoce estas titulaciones y siguen pidiendo el título de grado”, argumenta.

Mercado laboral

“La globalización está llevando a que una enorme cantidad de profesionales graduados argentinos se movilicen o vayan al exterior. Eso se da al revés también –cuenta Tomé–. En este ida y vuelta tenemos ventajas y desventajas al mirar otros sistemas universitarios. No tener un bachelor, que dura cuatro años, es una desventaja”. Por razones como esta, el Gobierno viene dialogando sobre las distintas posibilidades y modificaciones que podrían implementarse. De todas formas, para Tomé “son tiempos lógicos. Nadie modifica [la carga horaria] solo porque competís en un mercado”.

Pero para Tiramonti la realidad es cuestionable: “Hay un hecho interesante. Las empresas del conocimiento desarrollan estrategias para captar alumnos. Muchos de estos jóvenes no se gradúan. Nuestras carreras son largas porque están organizadas no acorde a los intereses del mercado o del desarrollo del saber, sino basadas en los intereses de la propia universidad, de sus docentes y de la política universitaria”, sostiene.

En sintonía con la especialista, Oliveto se refiere también a la captación de los estudiantes por parte del sistema del mercado laboral. “Esta es otra cuestión que tenemos analizada y que provoca que el alumno retrase su carrera. Hay estudiantes que están diez años [para graduarse] porque toman un trabajo que les lleva mucho tiempo o los hace viajar”, detalla.

Natalia, quien prefiere no dar su nombre completo por cuestiones laborales, estudió el traductorado de inglés en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Comenta que la carrera es larga, con materias no promocionables y finales extensos que se deben resolver en tres partes: teórico, oral y producción. “La duración de la carrera y las dificultades para estar medianamente al día hacen que, además, salgamos superdesactualizados”, explica, y añade que muchos estudiantes que trabajan a la par reciben sueldos precarizados. Otra desventaja: muchos de los que egresan ya son grandes para encarar especializaciones que, a veces, resultan necesarias.

Pablo Hernández Molteni, secretario de Promoción e Ingreso de la Universidad del Salvador, plantea que "pensar en la salida laboral como prioridad es sesgar parte de la experiencia"
Pablo Hernández Molteni, secretario de Promoción e Ingreso de la Universidad del Salvador, plantea que «pensar en la salida laboral como prioridad es sesgar parte de la experiencia»DIEGO SPIVACOW / AFV
 

Pablo Hernández Molteni, secretario de Promoción e Ingreso de la Universidad del Salvador (USAL), plantea su postura sobre la situación laboral: “El despliegue de la vocación es mucho más que nuestro trabajo. Pensar en la salida laboral como prioridad es sesgar parte de la experiencia. La elección de una carrera es una de las primeras grandes decisiones que debe tomar un joven en lo que se refiere a la construcción de su proyecto de vida”.

Sin embargo, la realidad muestra que no todos los jóvenes ingresan a la facultad en igualdad de condiciones, lo cual dificulta el buen funcionamiento de un sistema que no actúa como tal. Según Oliveto, “se podrían acortar las carreras, pero deberíamos tener una visión sistémica de la educación. Plantear un acortamiento sin mirar los estadios anteriores es un error. Lo que llamamos sistema educativo no funciona como sistema. Son compartimentos estancos, cada uno hace una cosa. Cuando uno mira a otros países, otros modelos educativos, ve que hay mayor preparación en la escuela media para la universidad. Acá no”. Aun así, no descarta que haya que acortar las carreras, trabajar con la tecnología educativa y analizar con qué preparación llegan los estudiantes a las universidades.

“El desafío es grande –dice Durand–, porque el mercado busca en las personas una serie de competencias más allá de la titulación, pero al mismo tiempo se habla de no reducir los estudios universitarios, porque se supone que la universidad agrega otro tipo de valor: la capacidad analítica, es decir, la capacidad de aprender. Para mí hay que encontrar un equilibrio entre la presión del mercado y lo que es propio de una educación superior”.

Se abrió #EconAr, la primera feria de la #Economía DelConocimiento que reúne el talento joven y las empresas IT

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El gobierno presentó lanzamos #EconAr, la primera feria de la #EconomíaDelConocimiento que reúne el talento joven y las empresas IT de todo el país. Según posteó Ariel Sujarchuk  «en #EconAr participan más de 100 empresas del sector, el tercero en volumen exportador de la economía argentina. Y recordó que en 2022 la #EconomíaDelConocimiento generó divisas por US$ 7.000 millones y este año está previsto superar los US$ 9.000 millones. En la feria participan más de 40 unidades académicas de todo el país presentando su oferta académica y las nuevas oportunidades laborales. Por eso podés traer tu CV o propuesta innovadora para ser parte de estas industrias que permiten trabajar desde Argentina, para el mundo. De 10 a 20 horas entre hoy y el domingo, será en La Rural con entrada libre y gratuita.  

Los capítulos de la saga Argentina nuclear hasta el 16 de Marzo

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Esta pagina reúne todos los capítulos de la saga Argentina nuclear hasta el 16 de Marzo del 2023. Para acceder a los capítulos siguientes a medida que se vayan publicando, entrar aquí La saga de la Argentina nuclear I La saga de la Argentina nuclear II La saga de la Argentina nuclear III La saga de la Argentina nuclear IV La saga de la Argentina nuclear V La saga de la Argentina nuclear VI La saga de la Argentina nuclear VII La saga de la Argentina nuclear VIII La saga de la Argentina nuclear IX La saga de la Argentina nuclear X La saga de la Argentina nuclear XI La saga de la Argentina nuclear XII La saga de la Argentina nuclear XIII La saga de la Argentina nuclear XIV La saga de la Argentina nuclear XV La saga de la Argentina nuclear – XVI La saga de la Argentina nuclear – XVII La saga de la Argentina nuclear – XVIII La saga de la Argentina nuclear – XIX La saga de la Argentina nuclear – XX

La saga de la Argentina nuclear – XXI y XXII

La saga de la Argentina nuclear – XXIII y XXIV

La saga de la Argentina nuclear – XXV La saga de la Argentina nuclear – XXVI La saga de la Argentina nuclear – XXVII La saga de la Argentina nuclear – XXIX La saga de la Argentina nuclear – XXX

La saga de la Argentina nuclear – XXXI

La saga de la Argentina nuclear – XXXII

La saga de la Argentina nuclear – XXXIII La saga de la Argentina nuclear – XXXIV La saga de la Argentina nuclear – XXXV La saga de la Argentina nuclear – XXXVI La saga de la Argentina nuclear – XXXVII La saga de la Argentina nuclear – XXXVIII La saga de la Argentina nuclear – XXXIX La saga de la Argentina nuclear – XL La saga de la Argentina nuclear – XLI La saga de la Argentina nuclear – XLII La saga de la Argentina nuclear – XLIII La saga de la Argentina nuclear – XLIV

La saga de la Argentina nuclear – XLV

La saga de la Argentina nuclear – XLVI La saga de la Argentina nuclear – XLVII La saga de la Argentina nuclear – XLVIII La saga de la Argentina nuclear – XLIX

Arabia Saudita e Irán restablecen relaciones, con el auspicio de China

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Medio Oriente sigue siendo una región decisiva en el sistema del poder global. Por eso el acercamiento de dos de las Potencias locales (la tercera es Israel), y el papel que ha jugado China en esto es un acontecimiento del que todos debemos tomar nota. Acercamos esta informada nota de un centro geopolitico español. Sería muy prematuro calificar como giro copernicano el acercamiento que Arabia Saudí e Irán anunciaron el pasado día 10, creyendo que con eso basta para resolver muchos de los problemas que confluyen en Oriente Medio. Son muchas las dudas sobre las motivaciones que han llevado a Riad y a Teherán al acuerdo para restablecer sus relaciones diplomáticas tras siete años de paréntesis, y son muchas más las que se proyectan hacia el futuro cuando se toma en consideración que se trata de dos rivales que mantienen visiones y posiciones radicalmente confrontadas en muchos de los asuntos de la región y más allá. En todo caso, también sería un error pensar que se trata de un gesto baladí, de puro marketing diplomático para mayor gloria de una China. En primer lugar, el acuerdo es el punto de llegada de un proceso regional, con Irak y Omán como facilitadores, que viene desarrollándose desde hace años y al que Pekín tan solo se ha sumado recientemente. A pesar de las bien visibles tensiones entre ambos vecinos, es un hecho que han procurado no romper todos los canales de contacto con el objetivo de evitar un conflicto directo que a ninguno de ellos le interesa. A Irán- crecientemente, aislado y castigado internacionalmente, con Washington y Tel Aviv marcando el ritmo- no podía beneficiarle que la monarquía saudí terminara por alinearse definitivamente con Israel, liderando lo que en ocasiones se ha denominado una “OTAN árabe” que tendría a Irán como enemigo a batir. En sentido contrario, a Arabia Saudí, crecientemente desconfiado sobre las garantías de seguridad estadounidenses, tampoco le interesaba verse arrastrada a una dinámica de confrontación que llevará a Teherán a multiplicar los ataques contra sus intereses- como ocurrió en 2019 cuando fueron atacadas las instalaciones petrolíferas de Abqaiq y Khurais. Y sobre esa base ambos han querido avanzar hasta aquí. De ese modo, Irán cree haber logrado varios objetivos. El primero es evitar que Riad se eche abiertamente en brazos de Tel Aviv, siguiendo la senda que han recorrido otros países árabes en el marco de los llamados Acuerdos de Abraham, normalizando sus relaciones con Israel. No puede ser causal que el anuncio del acuerdo coincida con el intento de Riad por lograr de Washington una compensación a una decisión de ese tipo- sea con mayores garantías de seguridad o, como comentaba recientemente el The Wall Street Journal, con el apoyo a los sueños nucleares saudíes, permitiéndole enriquecer uranio y sin necesidad de firmar el Protocolo Adicional del TNP; algo a lo que de momento parece que se opone EEUU. Además, mirando hacia Pekín, los iraníes calculan que por esta vía consolidan su relación estratégica con China (en febrero pasado Ebrahim Raisi visitó Pekín), no solo en el marco de su ya conocido acuerdo de intercambio de gas y petróleo por bienes, tecnología e inversiones para los próximos 25 años, sino también logrando la descongelación de algunos fondos en manos chinas y su apoyo en el Consejo de Seguridad. Para Riad lo más urgente es conseguir un cambio de actitud iraní en Yemen y evitar verse afectados por el previsible deterioro de las relaciones Washington-Teherán, una vez que se aleja la posibilidad de un nuevo acuerdo nuclear. Empantanados desde hace ya más de siete años en un conflicto en el que han demostrado su escasa capacidad operativa los saudíes buscan una salida airosa, lo que pasa por algún tipo de acuerdo con la minoría huzí, respaldada por Teherán. De igual modo, mirando a China (Xi Jinping visitó Riad el pasado diciembre), el régimen saudí también pretende enviar un mensaje a Washington, haciéndole ver que tiene alternativas a su alcance en el caso que no recibir el trato al que se considera merecedor, tanto en el terreno económico como también en el militar si fuera preciso. Por su parte, China vuelve a dar un ejemplo de creciente sabiduría diplomática y de pragmatismo. A diferencia de Washington, Pekín mantiene buenas relaciones con las dos capitales, convertido en el principal cliente de Arabia Saudí y en el principal sostén de un Irán asediado por Washington y sus aliados occidentales. Una realidad que ahora le permite presentarse como una potencia interesada en la paz y la estabilidad, mientras que EEUU quedaría dibujado como desestabilizador y belicista (con Ucrania en mente). A partir de ahí es mucho lo que queda por ver antes de llegar a ninguna conclusión definitiva. A corto plazo ambos países han acordado intercambiar embajadores antes de que transcurran dos meses. Y si es muy probable que eso suceda, no cabe decir lo mismo de la reactivación del acuerdo de cooperación materia de seguridad que decidieron en 2001, por mucho que en el comunicado final del acuerdo anunciado en Pekín se contemple el respeto a la soberanía nacional y la no injerencia en asuntos internos. A fin de cuentas, ambos llevan años situados en posiciones enfrentadas, tanto desde el punto de vista religioso- con Riad como líder del islam suní y Teherán del islam chií- como político, apoyando a actores armados en diferentes escenarios de combate. Unos actores interpuestos que, sobre todo en el caso iraní, le sirven muchas veces como elementos de disuasión frente a enemigos más potentes (léase Israel y Estados Unidos, una vez más). Y todo eso sin olvidar que son muchos los asuntos delicados de la región- con la deriva israelí y la previsible tensión estadounidense en relación con Irán en cabeza- que tienen su propia dinámica al margen de los deseos y capacidades de quienes ahora quieren aparecer como buenos vecinos.

La saga de la Argentina nuclear – L

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Los anteriores capítulos de la saga estan aqui FATE CIFRA: POSTALES DE AQUELLA ARGENTINA POSIBLE varsavsky cifra El hombre y la obra: el astrofísico Carlos Varsavsky y las Microcifra 10 científicas, que en 1975 ya se exportaban a Europa. Como concesión -indebida- a los EEUU, usaban punto decimal en lugar de coma. Necesitados de nuestra baquía en informática y sobre todo, en formar infomáticos, en 1987 los brasileños le hicieron a Manolo Sadosky la propuesta de la ESLAI, la Escuela Latinoamericana de Informática, para ir formando una mejor base de profesionales en el subcontinente entero. Como les sucedía con los asuntos atómicos, estos nuevos primos en el Mercosur tenían plata y la gastaban a espuertas en abrir y ampliar sus universidades «estaduales». Ya empezaban a cosechar ingenieros, y buenos. Pero necesitaban muchos más y eran esclavos de su pasado: les faltaba un siglo entero incubando un sistema educativo público de excelencia de punta a punta. Sadosky era Mariano Acosta + UBA, matemático, físico e informático. Varsavsky era Nacional Buenos Aires + UBA, astrofísico por una parte, y organizador industrial experto en prospectiva. Los propios ingenieros Madanes, una luz para la política y los negocios, tenían la UBA tatuada en el mate, y jamás, ni desde chicos, habían pisado un aula privada. En consecuencia eran gente muy polivalente y de un nacionalismo nada declamatorio. La historia de CIFRA entre 1969 y 1976 todavía eriza la piel. Bajo protección aduanera puesta por Aldo Ferrer durante la presidencia del general Roberto Levingston, y con Julio Broner, líder de la entonces potente Confederación Económica Argentina(CGE) aquellos Madanes estaban inventando otra Argentina. Con tecnología 100% salida de la Universidad de La Plata, sin pagar un dólar de royalties a ningún consultor externo, los Madanes acababan de fundar ALUAR en Madryn. La idea era transformar bauxita importada -en aquel momento, desde Jamaica- en aluminio nacional en lingotes. Lo quería la Fuerza Aérea para su Fábrica Militar de Aviones de Córdoba, por si había pesto con vecinos hacia el Oeste por rediseño de mapas. También vendría bien duraluminio criollo por si pintaba boicot de proveedores externos de aeronaves militares completas (como sucedió). Como reducir bauxita a metal es un proceso electrolítico que consume barbaridades de energía, a ALUAR el presidente militar Agustín Lanusse, siguiendo planes anteriores, le construyó la central hidroeléctrica de Futaleufú, en la lejana cordillera, y un electroducto de 330 KV (kilovoltios) que cruzaba 550 km. de la estepa chubutense. Fue una inversión majestuosa: la pared del dique mide 120 metros de alto y 600 de espesor en la base, y el cierre capturó 4 lagos preexistentes (el Situación, el Quiñe, el Epu y el Cula) y los unificó en uno sólo de 9200 hectáreas, que se llama Amutui Quimey (ningún chubutense lo llama así) y tiene profundidades de hasta 245 metros. La caída de agua generada es de 120 metros y alimenta 4 turbinas Francis, con 472 MW instalados totales, que producen regularmente 2900 GW hora anuales. En los 70 eran cifras muy «guau», pero hoy que no lo son tanto, queda claro que «El Futa» es quizás el más perfecto de los lagos hidroeléctricos argentinos: poca superficie pero bastante potencia, y lo alimentan lluvias que no son infalibles pero sí muy generosas. El cauce se tiende entre las isohietas de 1500 mm/año al Este, y de 3000 mm/año al Oeste. Sin población en esas orillas abruptas, el agua sigue tan cristalina como hace medio siglo. ALUAR, 550 km. hacia el Este, salvó a Madryn de evaporarse demográficamente. Cuando se instaló la firma, la ciudad no tenía ingresos, salvo la pesca. Conservaba 7000 habitantes y los iba perdiendo por el clásico patagónico: ciudades de chicos y de viejos: los jóvenes se van al norte a trabajar o a estudiar, y los que terminan una carrera, no vuelven ni a palos. Alguna gente en Madryn se ganaba la vida gracias el buceo recreativo, que da sus morlacos, pero sólo en verano. Se instaló ALUAR, bien al modo de los viejos Madanes, y se dió vuelta la ciudad: se llenó toda de ingenieros, técnicos y obreros calificados, que además cambiaron la educación pública porque muchos se pusieron a dar clases en escuelas y colegios. Se crearon las primeras carreras de la Universidad de la Patagonia Austral, Biología e Informática. Se instaló el CENPAT, instituto del CONICET. Madryn de pronto empezó a absorber juventud y laburantes: en 1980 ya tenia 22.000 habitantes, en 1991, más de 45.000, hoy anda por los 124.000. Estimados, Madryn es irreversible. Volvé, Aldo Ferrer, y llevate esta foto. Tu obra. Lo increíble es esto: todavía en 1993, el 99% de la electricidad se la “bebía” la inmensa ALUAR y con el 1% restante, sobraba para iluminar Trelew y Madryn. Con esas humoradas de la historia argentina, tan militar e impredecible, aunque fue la Fuerza Aérea la que fogoneó la creación de la represa de Futaleufú y la instalación de ALUAR, luego jamás le pidió «dural», es decir aleación aeronáutica de aluminio, para los aviones argentinos (los Guaraní, los Pucará, los Pampa), cuando todavía le quedaban ganas de diseñar y construir. ¿Pero acaso no fue un militar, Perón, quién en 1950 fundó la CNEA para lograr la fusión del litio? 73 años más tarde, nadie logró ese objetivo en el resto del planeta. Es más, nadie se lo propuso. Pero en la fisión del uranio, tanto más banal pero tecnológicamente peliaguda, la institución estuvo activa e hizo bastantes otras cosas interesantes… Si no las conoce, no está solo. La Argentina suele vivir en un termo cuando se trata de entender sus pequeñas victorias tecnológicas. Pero si tiene tiempo, puede leerlas en esta saga. Sin aluminio aeronáutico, de todos modos el país se llenó de cerramientos, autopartes y matricería de otras aleaciones de aluminio, con empresas constructoras en algunos casos fundadas a pie de ALUAR. La bauxita, una arenilla violentamente roja, viene a Madryn, puerto aceptablemente profundo y abrigado, desde el país que la tenga más en precio: Australia, China, la India o Guinea, no importa. Importa mucho más la energía que requiere transformar esos médanos escarlatas desembarcados en Madryn en aluminio metálico, algo que casi permite definir un lingote de ese material como electricidad congelada. Pero lo más importante, por lejos, es que la tecnología de la gigantesca planta se hizo y luego se rehizo aquí, en una universidad pública, sin consultoras gringas. Todavía más importantes aún fueron las decenas de fábricas de artículos de aluminio que surgieron en el país como consecuencia de ALUAR, y las miles de personas que emplean. Cuantimás, que el aluminio es un elemento versátil: con aluminio se puede hacer desde estructuras fijas y móviles, desde edificios a aeronaves, pero también automóviles, vagones de tren ultralivianos, artefactos de consumo como televisores de pantalla plana, notebooks, cables de alta tensión, estructuras de cohetes y hasta combustible sólido de cohetes, y altos explosivos también. Dadme aluminio y os daré una industria nacional más o menos diversificada y compleja. «Tecnológicamente densa», como decía Aldo Ferrer. Pero dadme también una burguesía con gente como Ferrer y aquellos Madanes. En el cenit de su poder económico, político e intelectual, aquellos Madanes y los discípulos de Sadosky hicieron de CIFRA uno de los 10 mayores fabricantes de calculadoras del mundo. Leyó bien. Y la firma, conste en actas, no era un armadero fueguino: tenía tecnología propia integrada verticalmente: impresoras, memorias, carcazas… ¡CIFRA diseñaba sus propios chips con sistemas CAD en 1970! ¡Y los fabricaba, junto con los “leds” de las pantallas, en una planta de 1400 personas! ¡Y qué velocidad de innovación! De 1973 a 1974, las CIFRA pasaron de tener 150 circuitos integrados a sólo 7, y mayor potencia de cálculo. Aquellas máquinas -no todas- tenían una impecable belleza y no había modo de romperlas. Literalmente hidrolavaron y rasquetearon del mercado nacional a Olivetti, IBM y Phillips, para luego inundar el latinoamericano hasta el Río Grande. Mientras en casa CIFRA era dueña del 50% de las ventas, en México, capturó el 30% en las barbas mismas del Tío Sam. Los mexicanos las adoptaron como al tango. En la orilla norte del Río Grande, Texas Instruments miraba con cierta preocupación. Me imagino a los representantes mexicanos pensando: «Ya les cruzaremos el mero río, pinches gringos cabrones…». El único mercado donde las “multis” del Hemisferio Norte le lograban armar una especie de Línea Maginot a CIFRA era… je, je… Brasil. ¿Cómo nos iban a olvidar, los primos, cuando se armó el Mercosur? Habíamos sido su pesadilla más cercana. En 1975 las CIFRA ya cruzaban el Atlántico rumbo a dos países de Europa, gracias a la “MicroCifra”, la segunda calculadora de bolsillo de la historia después de la Hewlett Packard 35, y la primera con capacidad de operaciones científicas y financieras. Aquí copó la región de movida, para leve desconcierto de Japón, que estaba llevándose puesto el resto del planeta con cuatro marcas nuevas, al menos en este ramo: Casio, Canon, Sharp y Sanyo. Nuestro país les resultaba indescifrable. En todo sentido. Cuando se quisieron acordar, los Madanes tenían 400 distribuidores en Argentina, unos 100 más afuera, y las maquinitas criollas pintaban hasta en la República Federal Alemana. El 30% de la producción se exportaba. El 15% de las utilidades se invertía en Investigación y Desarrollo. La craneoteca de FATE Electrónica tramaba ya la serie 1000, una proto-PC de escritorio, todavía sin teclado gráfico o pantalla independiente. Ahora el rival a barrer era IBM y el nicho computacional, el de las máquinas “mainframe”. La FATE 1000 tenía el tamaño de una máquina de escribir y la potencia de cálculo de una IBM 370, la cual en comparación, por tamaño y forma, era como una heladera adosada a un piano. La maquinita criolla intentaba una revolución conceptual: la transformación de la computadora como bien de capital en otro de consumo. Y ahí quedó. En la búsqueda de ese cambio de paradigma, la CIFRA 1000 no llegó a enfrentarse jamás con IBM. Tampoco pudo batirse con un adversario aún más elegante, avanzado y temible, un artilugio modular ya dotado de tres periféricos muy «game changer»: pantalla, teclado y mouse, arquitectura que dos hippies de nombre Steve y apellidos Jobs y Wozniak respectivamente, le afanaron a un gran competidor y pergeñaron en un garaje de Los Altos, suburbio de Los Ángeles. Hoy el lugar es sitio histórico: fue la cuna de la Apple II, que vendió unas 6 millones de unidades y cambió la historia de Jobs, Wozniak y el mundo. Obvio que con enormes ayudas directas e indirectas e incluso encubiertas de las agencias federales de innovación tecnológica militar pero dual, como la DARPA. Pero los creyentes de Silicon Valley prefieren la leyenda de que Apple nació por partenogénesis y en un pesebre. Bueno, un garage, es lo mismo. La Apple II y la CIFRA 1000 coincidían en ser aparatos difíciles de imaginar para los ingenieros en sistemas, y casi amigables para los tecnonabos que moriremos sin saber un comino de programación. Jobs y Wozniak sacaron su producto sin el respaldo financiero e industrial de Madanes, pero en un ecosistema económico y tecnológico de inmensa potencia: el californiano. De la DARPA y otros ríos subterráneos de dólares federales ya hemos hablado. Los milagros con ayuda gubernamental son más fáciles. A aquellos Madanes fundadores, en cambio, se les estaba incendiando el país. Carlos Varsavsky se tuvo que rajar a los EEUU cuando en 1977 mataron a su sobrino David, y con muchas amenazas de muerte encima. Murió allí, en los EEUU, como lo que había sido antes de su momento CIFRA: un radioastrónomo académico. Jobs dejó este mundo en 2011 sin haber siquiera oído de la marca CIFRA. El diseño de la ya antideluviana 211 tenía ese minimalismo “cool” de Apple. Pero esa firma tan cotizada en bolsa nunca pasó por el Rodrigazo y trascartón, por el industricidio traccionado a genocidio de aquel otro hijo de su madre, para quien era lo mismo producir aceros o caramelos. Hablo de aquel esquelético señor con apellido de hoz y guadaña de Parca, quien con su apertura unilateral de aduanas, de chupaderos y de financieras exterminó no sólo a miles de personas y empresas, sino también la noción misma de capitalismo tecnológico en Argentina. Lector@s, no me fumé nada raro. Cualquiera que se acerque a los 70 pirulos vio y usó las máquinas CIFRA. Quien conserve alguna, que la cuide: son objetos de culto en Internet. Cuando en 1978 las primeras Apple II llegaron a la Argentina sin pagar tasas aduaneras gracias al Doctor Joe, y más como chiche de ricos que otra cosa, los restos mortales de la planta de FATE Electrónica en Victoria, conurbano Norte de Baires, fueron comprados por la firma electrónica japonesa NEC. Para su entierro. Para aterrizar, los japoneses estaban desmalezando la pista, como quien dice. Pero quién nos saca la copa del Mundial 78, ¿eh?

Se inicia el proceso de construcción del Canal Magdalena

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Se conoce el cronograma de la licitación del Canal Magdalena En una primera etapa, se licitará la obra de apertura, y cuando ésta comience, será el turno del balizamiento. La selección del contratista para el mantenimiento del canal quedará para el próximo gobierno. «La obra que se llevará a cabo fue la acordada con Uruguay en el seno de la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP). No nos podemos mover un milímetro de este parámetro porque eso implicaría tener que volver a consulta con los uruguayos», señaló Hernán Orduna, vicepresidente del Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable (Ecovina). El funcionario recordó que, en su momento, Uruguay pidió 45 tipos de estudios sobre la traza navegable los que fueron cumplimentados en su totalidad. «No vimos esto como una traba sino más bien como una oportunidad para demostrar la solvencia del proyecto», recordó Orduna en su exposición durante el seminario «Potencial Logístico del Canal Magdalena«. En el evento, llevado a cabo en la sede del Consorcio de Gestión del Puerto La Plata con una notable concurrencia, también expuso el titular del ente, José Lojo y el escritor Agustín Barletti, autor del libro «La hora del canal Magdalena«. El cierre estuvo a cargo de Juan Cruz Lucero, subsecretario de Asuntos Portuarios de la Provincia de Buenos Aires.
José Lojo junto al CEO de TecPlata, Juan Pablo Trujillo.

También informó sobre el cronograma establecido: en una primera etapa, se licitará la obra de apertura, y cuando ésta comience, será el turno del balizamiento. La selección del contratista para el mantenimiento del canal quedará para el próximo gobierno. El tiempo estimado de la obra será de 21 meses, aunque las experiencias de trabajos anteriores muestran que este plazo podría reducirse sensiblemente. Por ejemplo, cuando la dragadora Jan De Nul realizó a mediados de los 90 la apertura de la Vía Navegable Troncal del Paraná, se adelantó en varios meses a los plazos previstos.
Croquis del Canal Magdalena.
Los expositores coincidieron en la necesidad que se concrete el canal por la importancia que tiene para la logística y el comercio y para la defensa de la soberanía argentina. Lojo celebró este encuentro que contó con una amplia participación de público y muy buena recepción «en cuanto a los beneficios que el canal se haga por los beneficios que tendrá para la Región, la Provincia y el país». «Lo más importante es que el Canal Magdalena es la vía natural de acceso para el Río de la Plata y cuenta con ventajas técnicas que van a permitir que las grandes embarcaciones que hoy ingresan al río lo hagan con mucha más seguridad, mejor conexión y nos permita que los puertos de la ribera del río del lado argentino se desarrollen de tal manera para que podamos asegurar una muy conectividad entre nuestra zona núcleo de producción y la zona de destino de la mercadería», explicó Lojo. Asimismo, reafirmó el compromiso para que esto se concrete «al tratarse de una cuestión de soberanía, ya que de esta manera aseguramos una conexión entre nuestro litoral fluvial y marítimo hasta la Antártida que hoy no la tenemos, hoy tenemos que pedir permiso a Uruguay para ir de Rosario a Necochea; es necesario tener el gobierno de la circulación de nuestras embarcaciones y mercadería». En tanto, Lucero recordó que «esta obra fue impulsada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y discontinuada en el año 2016 por la gestión anterior» y reforzó la afirmación del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel kicillof quien sostuvo que «la ejecución de este proyecto es un acto de soberanía ya que le permitirá al Estado recuperar recursos de la Provincia y del país«. «Por sus beneficios económicos, logísticos y geopolíticos, con el Canal Magdalena lograremos multiplicar la generación de riqueza en la Provincia, integrar nuestras distintas áreas geográficas y regiones, mejorar la distribución del ingreso, generar puestos de trabajo y asegurar un futuro más próspero para las y los bonaerenses», concluyó. Por su parte, Barletti explicó que «esta obra se paga sola desde su inicio. La masa salarial generada por las empresas nacionales con dragas bajo bandera argentina tendrá un colosal efecto multiplicador sobre la economía«. Añadió que «una vez realizada la apertura del Canal Magdalena, bajarán los fletes, se navegará de forma más segura y se acortarán los tiempos de navegación. Asimismo, en la zona de General Lavalle se prestarán con mano de obra argentina todos los servicios a los buques que hoy se realizan en Montevideo». Orduna destacó el potencial logístico del Canal Magdalena e hizo una breve reseña «a la evolución del proyecto y de los estudios correspondientes que se vienen realizando desde hace años para que esto se concrete y que cuentan con las aprobaciones correspondientes». Además, habló sobre la proyección del Puerto La Plata en este escenario ya que «se convertirá en una pieza magistral beneficiado por la ejecución del proyecto de Canal Magdalena, contando con la ventaja que la adecuación del Canal de Acceso requerirá un dragado mínimo». Finalmente, coincidió con los expositores en «que el canal mejorará los tiempos de navegación, la fluidez del tráfico y el valor real del flete y reafirmó la importancia que tiene para la soberanía de nuestro país». Estuvieron presentes el presidente del Concejo Deliberante de Ensenada, Luis Blasetti, el CEO de TecPlata, Juan Pablo Trujillo, concejales y concejalas de la Región, el ingeniero Horacio Tettamanti, ex Subsecretario de Puertos y Vías Navegables de la Nación, representantes de Aduana La Plata, Prefectura La Plata, Escuela Naval, entre otras autoridades del gobierno nacional, provincial y municipal. También, instituciones educativas, cámaras empresariales y de servicios portuarios, instituciones, gremios, y público en general.

INTA: Argentina, con alto potencial para producir y exportar fertilizantes biológicos

Un equipo de investigación de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), del que participa el INTA, estimó que el país genera 1.7 millones de toneladas de estiércol promedio por día en las producciones de carne bovina, avícola, porcina, tambera y de huevos. Apuntan a reutilizar sus nutrientes en fertilizantes de base biológica que compitan en el mercado internacional. Una oportunidad en un contexto global de demanda de mayor sostenibilidad productiva. El estiércol es el mayor flujo de biomasa residual rico en nutrientes generado por el sector pecuario con gran potencial para convertirse en fertilizantes de base biológica y bio-estimulantes vegetales. La reutilización eficiente de los nutrientes de estos residuos es una oportunidad en un contexto global de demanda de mayor sostenibilidad productiva. Con esta premisa como faro, el proyecto FERTIMANURE apunta a la recuperación innovadora de nutrientes de fuentes secundarias para la producción de fertilizantes de alto valor agregado a partir de estiércol animal. Para cumplir con su objetivo, cuenta con la participación de especialistas de 20 instituciones público-privadas de nueve países España, Bélgica, Alemania, Países Bajos, Italia, Croacia, Francia, Chile y Argentina. En este marco, una delegación internacional del proyecto recorre, del 8 al 13 de marzo, producciones animales en la Argentina y realiza una serie de actividades, entre las que se destaca una visita al INTA Castelar. “Argentina genera un promedio de 1.708.616 toneladas de estiércol por día en las producciones de carne bovina, avícola, porcina, tambera y de huevos”, detalló María Eugenia Beily, investigadora del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA Castelar y parte del equipo de FERTIMANURE. “A partir de los datos del último censo agropecuario, generamos un informe con estimaciones de generación de estiércoles en las diversas producciones animales de la Argentina y analizamos su composición nutricional de nitrógeno, fósforo y potasio”, explicó. Del estudio del INTA surge que todas las producciones animales generan estiércoles muy ricos en nutrientes, los cuales deberían ser reutilizados y recuperados como fertilizantes en la agricultura. De todos modos, reconoció: “los estiércoles obtenidos de las producciones de carne porcina y avícola presentan los contenidos de nutrientes más elevados”. Este dato cobra mayor valor al confirmarse que pueden ser recuperados gran parte de su totalidad para obtener fertilizantes de base biológica para la agricultura. Es que, según se desprende de la investigación, la totalidad de los animales destinados a la producción de carne aviar y huevos están en confinamiento total, mientras que el 40 por ciento de los porcinos están en estas condiciones. En referencia al aporte nutricional diferencial entre unas producciones y otras, explicó que “los estiércoles producidos en la carne porcina y avícola tienen cifras más elevadas en nitrógeno, fósforo y potasio porque los sistemas digestivos de estos animales no son tan eficientes en la absorción de estos nutrientes”. En esta línea, Beily ponderó la implementación de tecnologías que permiten la recuperación de nutrientes a partir de los estiércoles y subrayó sus beneficios. “Por un lado se reduce el impacto ambiental que generan estos residuos orgánicos cuando no tienen tratamiento y, por otro, se reutilizan estos recursos renovables valiosos, aportando al concepto de economía circular”. Del estudio realizado por el INTA para el proyecto FERTIMANURE surge que, en la Argentina, hay 131 mil establecimientos de producción bovina con 53,9 millones de animales, de los cuales entre el 20 y el 28 por ciento están confinados y concentrados principalmente en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. “Esta producción tiene un promedio de generación de estiércol de 1.617.000 toneladas por día”, especificó Beily. Y explicó que la composición nutricional promedio estimada por el INTA es de 13.500 miligramos de nitrógeno por kilo de estiércol, 4,18 miligramos de fósforo y 7,98 de potasio. A su vez, la producción tambera cuenta con 7.069 establecimientos con 1,08 millones de animales, de los cuales el 15 por ciento están confinados. Estos animales están distribuidos en mayor proporción en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. “Estos animales generan aproximadamente 12.096 metros cúbicos de efluentes por día con una composición de nitrógeno, fósforo y potasio muy rica”, explicó Beily quien detalló que presentan en promedio 1.200 miligramos de nitrógeno por kilo de efluente, 55 miligramos de fósforo y 368 de potasio. Por su parte, la producción de carne porcina cuenta con 39.398 establecimientos con 3,6 millones de animales, de los cuales el 40 por ciento están confinados y concentrados, en su mayoría, en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y La Pampa. “La generación promedio se calculó en 43.200 toneladas por día con una composición nutricional de 2.400 miligramos de nitrógeno por kilo de estiércol, 423 miligramos de fósforo y 1.451 de potasio”, indicó la especialista del INTA. Además, la producción de carne avícola o pollos parrilleros cuenta con 1.511 establecimientos con 490 millones de animales, todos ellos confinados y concentrados en Entre Ríos y Buenos Aires. “Esta producción genera 34.300 toneladas de estiércol por día, con una composición nutricional es de 29.600 miligramos de nitrógeno por kilo de estiércol, de 9.700 miligramos de fósforo y 12.500 de potasio. Por último, hay 494 establecimientos de producción de huevos en la Argentina con 20,2 millones de animales, todos confinados y distribuidos en Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Mendoza. “Se generan aproximadamente 2.020 toneladas de estiércol por día con una composición nutricional promedio de 47.000 miligramos de nitrógeno por kilo de estiércol, de 13.500 miligramos de fósforo y 30.300 de potasio. “El INTA es uno de los socios de la CELAC con una gran actividad dentro del proyecto”, señaló Beily, quien, además, destacó el aporte de la institución para comprender el potencial de mercado, así como el análisis de la generación de estiércol en las principales producciones pecuarias de la Argentina, el estudio de la oferta de nutrientes derivados y su distribución geográfica. “Hace 15 años que realizamos relevamientos y estudios con estiércoles de diversas producciones animales y, a partir de toda esa información, estimamos promedios del contenido de nutrientes -nitrógeno, fósforo y potasio- que tienen los efluentes líquidos o purines y el estiércol sólido”, detalló la especialista. Un proyecto por la economía circular FERTIMANURE tiene como objetivo la recuperación innovadora de nutrientes de fuentes secundarias para la producción de fertilizantes de alto valor agregado a partir de estiércol animal. Su nombre es un acrónimo de la frase en inglés “FERTIlizer from animal MANURE”, es decir, abono de origen animal estiércol. Financiado por la UE, este proyecto cuenta con la participación de 20 instituciones público-privadas de 7 países europeos (España, Bélgica, Alemania, Países Bajos, Italia, Croacia y Francia) y 2 países de la CELAC (Argentina y Chile). Actualmente, están en marcha 5 proyectos piloto en granjas en 5 países diferentes de la UE que apuntan a valorizar el estiércol de 3 tipos diferentes de materias primas. Enmarcado en el Programa Horizonte 2020, el proyecto apunta a brindar soluciones innovadoras en materia de tecnología, productos finales y modelos comerciales que contribuyan a resolver la problemática de la generación de estiércol en los establecimientos pecuarios intensivos de aves, cerdos, feed-lot y tambos. El proyecto cuenta con diversos módulos que comienzan con la producción de información de base, tanto en la UE como en la región de la CELAC. Es decir, la densidad de animales y generación de estiércoles; análisis del marco legal de gestión de fertilizantes y manejo de estiércoles, análisis de mercados de fertilizantes inorgánicos y orgánicos. Europa produce alrededor de 1.400 Mt de estiércol por año y más del 90 % del estiércol producido se devuelve a los campos agrícolas. Sin embargo, este sistema de economía circular aún requiere incrementar su eficiencia. Este proyecto apunta a crear sinergia entre los agricultores y las actividades industriales. A su vez, el proyecto cuenta con el desarrollo de las plantas pilotos para la recuperación de nutrientes para la producción de fertilizantes de base biológica. Así como la producción de los fertilizantes de base biológica a medida y la evaluación de su calidad. También se trabaja en la demostración de los fertilizantes de base biológica y la evaluación de la sustentabilidad de los fertilizantes y las plantas de recuperación de nutrientes